¡Ola ke ase! ¿Lees Attannur o ke ase?

Aquí Cklo La­be­lla con la se­gun­da par­te de mi pri­mer ar­tícu­lo so­bre Dae­nerys Tar­gar­yen, de Jue­go de tro­nos, y sus dra­go­nes.

¿No te has leí­do el pri­me­ro? ¡Pin­cha aquí!

¿Dón­de lo de­ja­mos…?

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Dae­nerys con una de sus «mas­co­tas».

¡Ah, sí!

Los dio­ses ca­za­do­res ha­bían des­tro­na­do a La Dio­sa, ini­cian­do así una era de cam­bios: na­cen las pri­me­ras le­yes y los pri­me­ros im­pe­rios. La so­cie­dad se di­vi­de por es­tra­tos y el va­rón, en la ma­yo­ría de ám­bi­tos, im­po­ne su vo­lun­tad.

¿Qué tie­ne que ver con que Dae­nerys Tar­gar­yen va­ya por ahí con tres dra­go­nes?

Pues, a ni­vel mi­to­ló­gi­co y sim­bó­li­co, ¡mu­cho!

Pa­sen y lean.

¿QUÉ SIMBOLIZA EL DRAGÓN?

Y, por tan­to, ¿qué sim­bo­li­zan Dro­gon, Vi­se­rion y Rhae­gal?

Co­mo vi­mos en el pri­mer ar­tícu­lo, el dra­gón vie­ne de la ser­pien­te, trans­for­ma­ción que idea­ron los con­quis­ta­do­res.

cobra meme danger noodle

No ten­gas mie­do, que no ha­go na­da… Ssssssshhhh.

Me pre­gun­to si lo ha­rían guia­dos por esa nor­ma de los guio­nis­tas de Holly­wood que di­ce que «pa­ra crear un hé­roe me­mo­ra­ble, su enemi­go tam­bién de­be ser­lo».

Va­mos, que si los con­quis­ta­do­res se veían a sí mis­mos co­mo dio­ses (pa­sa­ba, pa­sa­ba: mi­rad, por ejem­plo, Egip­to o Ro­ma), el «ma­lo» no po­día ser un min­dun­di, te­nía que ser un mons­truo con po­de­res alu­ci­nan­tes.

¿Pa­ra qué?

Coi, pa­ra que el «bueno» pu­die­ra lu­cir­se al ma­tar­le.

Pa­ra de­jar cla­ro que el hé­roe era in­ven­ci­ble y, por tan­to, te­nía de­re­cho a go­ber­nar.

Si eres un prín­ci­pe, no sa­cas la es­pa­da pa­ra ma­tar a una mos­ca, la sa­cas pa­ra ma­tar a una bru­ja-dra­gón. Es de­cir, a una mu­jer-ser­pien­te (gui­ño, gui­ño).

La Bella Durmiente (Disney, 1959)

Es­ce­na de la pe­lí­cu­la La Be­lla Dur­mien­te (Dis­ney, 1959).

Va­mos, que la ser­pien­te fue con­ver­ti­da en mons­truo por la ne­ce­si­dad de de­mos­trar la pro­pia va­lía.

¿Qué pen­sáis vo­so­tros?

Un mo­men­to. Es­te es un ar­gu­men­to mío, er­go, pue­de que me equi­vo­que.

STOP DESINFORMACIÓN

STOP DES­IN­FOR­MA­CIÓN: si al­go es teo­ría mía o no lo sé se­gu­ro, os lo di­ré.

Bien, tras el «dis­clai­mer» an­te­rior, con­ti­nue­mos con el te­ma:

El dra­gón, aun­que na­ci­do co­mo vi­llano, es un sím­bo­lo vi­vo que ha ido cam­bian­do y, hoy en día, tam­bién pue­de ser bon­da­do­so, no­ble, sa­bio e in­clu­so có­mi­co.

El ci­ne, la te­le­vi­sión y la li­te­ra­tu­ra dan bue­na cuen­ta de ello:

La dragona de la trilogía Shrek (2001-2010) y Draco, de la película Dragonheart (1996). Una, cómica y enamoradiza. El otro, noble y valiente. Ambos, de parte del prota.

La dra­go­na de la sa­ga Sh­rek (2001–2010) y Dra­co, de la pe­lí­cu­la Dra­gonheart (1996). Una, có­mi­ca y ena­mo­ra­di­za. El otro, no­ble y va­lien­te. Am­bos, de par­te del pro­ta.

Los dra­go­nes de Dae­nerys es­tán ba­sa­dos en el dra­gón oc­ci­den­tal más «clá­si­co»: un en­te al que te­mer.

Na­da que ver con el dra­gón orien­tal, sím­bo­lo de abun­dan­cia y rea­li­za­ción es­pi­ri­tual.

A ni­vel sim­bó­li­co, el dra­gón oc­ci­den­tal re­pre­sen­ta dos co­sas:

  1. La lu­cha del Bien con­tra el Mal.
    El «yo» con­tra el «otro» en aras de la su­per­vi­ven­cia. Al­go arrai­ga­do en las cul­tu­ras ca­za­do­ras an­ces­tra­les. Tam­bién un prin­ci­pio de dua­li­dad pro­pio del ser hu­mano, al mar­gen de si gue­rrea o no. Me re­fie­ro a las fa­ce­tas opues­tas de la pro­pia psi­que, que pue­den o bien con­ci­liar­se, o bien re­pe­ler­se.
  2. La ava­ri­cia.
    Es­te pun­to lo de­sa­rro­lló el psi­có­lo­go Carl Gus­tav Jung.
Dragon by Jan Patrik Krasny http://krasnyart.eu/

Dra­gón cus­to­dian­do un te­so­ro || Jan Pa­trik Krasny

El dra­gón sue­le guar­dar un te­so­ro en su gru­ta (sea oro, al­gún ob­je­to má­gi­co, o in­clu­so una don­ce­lla) y el hé­roe de­be eli­mi­nar­lo pa­ra re­cu­pe­rar­lo.

En tér­mi­nos psi­co­ló­gi­cos, ha­bla­ría­mos de li­be­rar la ri­que­za del in­cons­cien­te pa­ra su­pe­rar nues­tros blo­queos.

Los dra­go­nes de Dae­nerys, em­pe­ro, no guar­dan te­so­ros ni don­ce­llas. Es más, es una mu­jer quien les «da la vi­da» y los edu­ca.

Bueno, más bien in­ten­ta edu­car­los por­que, re­cor­de­mos al­go fun­da­men­tal, el dra­gón, co­mo su abue­la la ser­pien­te, es­tá más allá de las le­yes hu­ma­nas. Es in­do­ma­ble y ac­túa guia­do por su ins­tin­to.

Otra par­ti­cu­la­ri­dad de es­tos tres mu­cha­chos es que tie­nen alas.

Se­gún al­gu­nas teo­rías, es­to se de­be a la in­fluen­cia del dra­gón chino en Eu­ro­pa du­ran­te la Al­ta Edad Me­dia: me­dian­te ru­tas co­mer­cia­les nos lle­ga­ron ta­pi­ces y por­ce­la­nas con pin­tu­ras de cu­rio­sas sier­pes vo­la­do­ras.

Shenron Dragon Ball

Es­te dra­gón no in­flu­yó en la Al­ta Edad Me­dia, sino a va­rias ge­ne­ra­cio­nes, des­de los años ochen­ta: Shen­ron, el dra­gón de la mí­ti­ca se­rie Dra­gon Ball, crea­da por Aki­ra To­ri­ya­ma en 1984.

Pa­re­ce ser que es­te mo­de­lo de dra­gón se co­pió en igle­sias y ca­te­dra­les pa­ra re­pre­sen­tar al Ma­ligno.

Dios sumerio, asirio y acadio Pazuzu (Museo del Louvre, I a.C)

Dios su­me­rio, asi­rio y aca­dio Pa­zu­zu (si­glo I a.C. — Mu­seo del Lou­vre). ¡Sa­lía en El Exor­cis­ta!

Otros di­cen que el dra­gón ala­do es­tá ins­pi­ra­do en al­gu­nos dio­ses pa­ga­nos de la an­ti­güe­dad, los cua­les tam­bién te­nían al­gu­nos ras­gos de la ser­pien­te y po­seían alas.

Any­wayJung di­jo que, a ni­vel sim­bó­li­co, el dra­gón ala­do sim­bo­li­za una unión de opues­tos.

La ca­pa­ci­dad de vo­lar re­pre­sen­ta el es­pí­ri­tu, el ai­re, lo eté­reo.

Sus pa­tas y su ori­gen rep­ti­liano alu­den a la ma­te­ria, la tie­rra, lo ctó­ni­co.

Otra ca­rac­te­rís­ti­ca de los dra­go­nes es que es­cu­pen fue­go.

Bedelia Du Maurier, Gillian Anderson

Es­to lo oí en una con­fe­ren­cia da­da por la ¿es­po­sa? de Han­ni­bal Lec­ter. Y sí, era ver­dad. Sien­to ha­ber du­da­do de us­ted, Be­de­lia Du Mau­rier (Gi­llian An­der­son).

Es­to po­dría es­tar aso­cia­do al In­fra­mun­do.

Al In­fierno cris­tiano.

Al prin­ci­pio, las puer­tas del In­fierno eran la bo­ca de un mons­truo y tú, po­bre pe­ca­dor, eras di­ge­ri­do en los fue­gos de su es­tó­ma­go por to­da la Eter­ni­dad.

Lo de con­ver­tir el ho­gar de Sa­tán en una bu­ro­cra­cia con sus di­fe­ren­tes ni­ve­les y fun­cio­na­rios lle­gó con La Di­vi­na Co­me­dia de Dan­te en el si­glo XIV d.C.

En con­clu­sión: sim­bó­li­ca­men­te, po­cos se­res son tan com­ple­tos, an­ti­guos y com­ple­jos co­mo Dro­gon, Vi­se­rion y Rhae­gal, ¿no os pa­re­ce?

EL RETORNO DE LA DIOSA

Mien­tras el dra­gón iba evo­lu­cio­nan­do, la Dio­sa tam­po­co es­ta­ba quie­ta: hu­bo «re­sur­gi­mien­tos».

Su cul­to, aun­que ya no tan di­rec­to ni tan po­ten­te, no se ol­vi­dó del to­do, sino que to­mó otras for­mas.

Vea­mos tres ca­sos:

  • LA GRECIA CLÁSICA

Aun­que Zeus sim­bo­li­za­ba el po­der mas­cu­lino en la so­cie­dad clá­si­ca –por ejem­plo, las mu­je­res no po­dían vo­tar–, La Dio­sa tam­bién ju­ga­ba sus car­tas. Y es que Ar­te­mi­sa, Afro­di­ta, Ate­nea y las de­más mu­je­res del pan­teón grie­go eran re­pre­sen­ta­cio­nes de La Dio­sa co­mo el To­do. Di­ver­sas ca­ras de un mis­mo en­te.

Medusa e Higía (Grecia Clásica).

De iz­quier­da a de­re­cha: Me­du­sa e Hi­gía (Gre­cia Clá­si­ca). La ser­pien­te y La Dio­sa, aún jun­tas.

Ade­más, ¿os sue­nan los Cul­tos Mis­té­ri­cos?

El club de la lucha (Fight Club).

«Pri­me­ra re­gla de los Cul­tos Mis­té­ri­cos: no se ha­bla de los Cul­tos Mis­té­ri­cos» di­ría Ty­ler Dur­den (Brad Pitt) (El Club de la Lu­cha,  1999).

Se tra­ta­ba de prác­ti­cas de ini­cia­ción al mis­te­rio de la exis­ten­cia.

Los grie­gos y grie­gas acu­dían allí a re­no­var­se y sa­nar­se. A en­con­trar­se con lo in­tan­gi­ble, lo ocul­to, pa­ra vol­ver a la ma­triz y re­gre­sar a la so­cie­dad re­no­va­dos.

¿Que qué ha­cían exac­ta­men­te…?

Era un se­cre­to, y se­cre­to ha que­da­do.

El lu­gar de es­tas prác­ti­cas era Eleu­sis, cer­ca de Ate­nas.

Se­gún las le­yen­das, fue en ese lu­gar, Eleu­sis, don­de la dio­sa Dé­me­ter en­tre­gó la agri­cul­tu­ra al mun­do.

Tam­bién se re­la­cio­na­ba a Per­sé­fo­ne, via­je­ra del In­fra­mun­do por ex­ce­len­cia e hi­ja de Dé­me­ter.

Oh, ¡y no ol­vi­de­mos a Dio­ni­so! Sus se­gui­do­ras, lla­ma­das las mé­na­des, lo hon­ra­ban bai­lan­do y be­bien­do to­da la no­che.

Sí, co­mo en los aque­la­rres.

  • LA EUROPA MEDIEVAL

La Dio­sa re­sur­gió en el cris­tia­nis­mo a par­tir del si­glo V, y en el XIII to­das las ca­te­dra­les se eri­gie­ron en su nom­bre.

Ella era la Vir­gen Ma­ría o Theo­to­kos, (Ma­dre de Dios): el vehícu­lo me­dian­te el cual la lla­ma di­vi­na se ha­ce car­ne. Gra­cias a ella, los hu­ma­nos pue­den co­mu­ni­car­se con Dios por­que, al dar­le un cuer­po hu­mano, lo ha­cen más ac­ce­si­ble.

A la izquierda, La Virgen (por Giovani di Paolo); a la derecha, Daenerys Targaryen.

A la iz­quier­da, La Vir­gen (por Gio­van­ni di Pao­lo); a la de­re­cha, Dae­nerys Tar­gar­yen. El azul, co­lor dis­tin­ti­vo de la Vir­gen, es em­ble­má­ti­co en Dany. ¿Ca­sua­li­dad? ¿Cons­pi­ra­ción?

Por cier­to, eso de «na­cer de una mu­jer vir­gen» no se lo in­ven­ta­ron los cris­tia­nos.

Vie­ne de an­tes y sim­bo­li­za «el na­ci­mien­to es­pi­ri­tual».

Uno na­ce «de cuer­po» una vez, pe­ro lle­ga un mo­men­to en su vi­da en el que «na­ce es­pi­ri­tual­men­te», co­mo un en­te do­ta­do de cons­cien­cia.

  • LA INDIA

Ka­li, una de las re­pre­sen­ta­cio­nes más fie­ras y os­cu­ras de La Dio­sa, re­apa­re­ce en In­dia unos se­te­cien­tos años des­pués de las in­va­sio­nes arias, allá por el II mi­le­nio a.C.

Buffaloman from Kinnikuman

Buf­fa­lo­man, un me­dio de­mo­nio de la se­rie Kin­ni­ku­man (Yu­de­ta­ma­go, 1979). ¿Se ba­sa­rían los crea­do­res en el de­mo­nio in­dio lla­ma­do Bú­fa­lo? Pue­de, pe­ro el per­so­na­je es es­pa­ñol. Cla­ro que en Es­pa­ña no hay bú­fa­los… Oi­ga, ¿y qué?

Su cul­to se ori­gi­nó tras la crea­ción del De­vi Mahatm­ya («Ala­ban­za a la Dio­sa»).

En es­ta his­to­ria, un de­mo­nio lla­ma­do Bú­fa­lo ha­ce de las su­yas, y los dio­ses gue­rre­ros son in­ca­pa­ces de de­te­ner­le.

Así que tie­ne que ve­nir Ka­li a pa­tear tra­se­ros, y va­ya si lo ha­ce: de­rro­ta a Bu­fa­lo y res­tau­ra el or­den cós­mi­co.

Es­ta­mos, se­gún Jo­seph Camp­bell, an­te una res­pues­ta al mi­to de Mar­duk con­tra Tia­mat: ¿¡Có­mo!? ¿Que los dio­ses gue­rre­ros os creéis los más fuer­tes? Bitch, plea­se!

CKLONCLUSIÓN

En Jue­go de Tro­nos, los per­so­na­jes ha­cen y des­ha­cen en pos del po­der igual que su­ce­de en las gran­des sa­gas épi­cas de la An­ti­güe­dad (La Ilía­da, La Odi­sea, El Mahabha­ra­ta, etc.).

Y to­do apun­ta a que va­rios per­so­na­jes son ar­que­tí­pi­cos, es­to es: en­car­nan imá­ge­nes muy an­ti­guas de la psi­que co­lec­ti­va. Por eso hay tan­tas per­so­nas reac­cio­nan­do, ha­cién­do­se se­gui­do­res –u odian­do– a es­te o aquel per­so­na­je.

Creo que es por­que es­tos per­so­na­jes to­can al­go pro­fun­do de nues­tro in­cons­cien­te.

¿Y qué re­pre­sen­tan Dae­nerys y sus dra­go­nes?

Dae­nerys re­pre­sen­ta el re­gre­so de La Dio­sa en un mo­men­to en el que las re­li­gio­nes no tie­nen tan­to po­der co­mo an­ta­ño, y son los ar­tis­tas –co­mo Mar­tin– quie­nes nos ha­blan de lo ocul­to.

Y, có­mo no, vuel­ve acom­pa­ña­da de quien fue su ami­ga, la ser­pien­te, quien ha co­gi­do co­gi­do los atri­bu­tos ne­ga­ti­vos que le en­do­sa­ron y los ha usa­do a su fa­vor pa­ra ha­cer­se oír.

Tam­bién re­fle­ja­rían lo que Jung, ba­sán­do­se en cier­tos au­to­res clá­si­cos, lla­mó enan­tio­dro­mía.

Me­nu­do vo­ca­blo, ¿eh?

Enand­tio­dro­mía vie­ne a sig­ni­fi­car, a gran­des ras­gos, que lo que es des­te­rra­do y en­ce­rra­do siem­pre que­rrá es­ca­par.

Y lo ha­rá con to­da la fuer­za que ha te­ni­do que re­pri­mir du­ran­te su cau­ti­ve­rio… con­vir­tien­do esa ener­gía en al­go tan ma­ra­vi­llo­so co­mo pe­li­gro­so.

La Dio­sa y la ser­pien­te han re­co­rri­do el mis­mo sen­de­ro.

Am­bas fue­ron des­te­rra­das. Am­bas fue­ron re­pu­dia­das. Las dos se que­da­ron sin po­der ni es­ti­ma. Las dos se co­no­cen y se com­pren­den… y no tie­nen na­da que per­der.

Daenerys - Game of Thrones - Dragon

Epi­cal team ever!

¡No es de ex­tra­ñar que for­men un buen equi­po!

Y has­ta aquí, mi pri­me­ra di­ser­ta­ción pa­ra Attannur.

¡Es­pe­ro que os ha­ya gus­ta­do!

Me en­can­ta­rá sa­ber vues­tras opi­nio­nes, am­pliar en­tre to­dos la in­for­ma­ción y, así, apor­tar ideas y teo­rías que nos en­ri­quez­can.

Os es­pe­ro en nue­vos ar­tícu­los.

¡Gra­cias por leer­me!

Cklo La­be­lla

Daenerys on the throne


BIBLIOGRAFÍA

Aquí os de­jo una bre­ve bi­blio­gra­fía de los do­cu­men­tos con­sul­ta­dos pa­ra es­cri­bir es­te ar­tícu­lo, por si que­réis sa­ber más:

Dragines Mito y Leyenda - Jonathan EvansDra­go­nes, mi­to y le­yen­da
de Jo­nathan Evans
(Pai­dós, 2010)


Diccionario ilustrado de los monstruos - Massimo IzziDic­cio­na­rio ilus­tra­do de los mons­truos
de Mas­si­mo Iz­zi
(Ale­jan­dría, 1996)


The Dragon: Principles of Cosmos - Mi-ae LeeAr­tícu­lo The Dra­gon: The Prin­ci­ple of Cos­mos (en in­glés)
de Mi-ae Lee
(web Jour­nal of Sym­bols & Sand­play The­rapy)


El Diable és catala - Sylvia Lagarda-MataEl Dia­ble és ca­ta­là (en ca­ta­lán)
de Syl­via La­gar­da-Ma­ta
(Co­lec­ción Ins­pi­ra; An­gle Edi­to­rial, 2014)