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LOS RASGOS ANIMALES EN NUESTROS PERSONAJES

Ho­la, soy Hi­dal­ga Ere­nas y en es­te ar­tícu­lo voy a ha­blar so­bre un sen­ci­llo mé­to­do que con­sis­te en asig­nar ras­gos ani­ma­les a nues­tros per­so­na­jes, lo cual nos per­mi­ti­rá crear­los y/o ayu­dar­nos a de­fi­nir­los y, de pa­so, ha­cer­los más originales.

Es tan sim­ple co­mo pen­sar en las ca­rac­te­rís­ti­cas de al­gún ani­mal que pue­dan coin­ci­dir con la idea que te­ne­mos del per­so­na­je es­co­gi­do, y otor­gár­se­las en ma­yor o me­nor me­di­da y de for­ma más o me­nos patente.

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¿Quién no co­no­ce al­gún ni­ño ra­ta?

De he­cho, ya en nues­tro ha­blar co­lo­quial es ha­bi­tual de­no­mi­nar por el nom­bre de un ani­mal a una per­so­na en fun­ción de una se­rie de características:

Si al­guien es co­bar­de, de­ci­mos que es un gallina.

Si es muy gran­de y pe­lu­do, un oso.

Si es su­cio, sea fí­si­ca­men­te o sea de pen­sa­mien­to, lo lla­ma­mos co­chino, cer­do, puer­co, etc.

Y es que, aso­ciar ca­rac­te­rís­ti­cas ani­ma­les a las per­so­nas, vie­ne des­de tiem­pos inmemoriales.

ANNE RICE

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No te do­ble­gues; no lo di­lu­yas; no in­ten­tes que ten­ga ló­gi­ca; no edi­tes tu pro­pia al­ma se­gún la mo­da. En lu­gar de eso, si­gue tus ob­se­sio­nes más in­ten­sas sin piedad.

Pre­fa­cio del libro:
The Me­ta­morpho­sis & Other Stories
(The Schoc­ken Kaf­ka Library)

An­ne Rice

¿Quién no co­no­ce a An­ne Ri­ce, o su sa­ga Cró­ni­cas vam­pí­ri­cas?

Hay que ex­pli­car que es­te afo­ris­mo de Ri­ce, co­mo per­te­ne­ce a un pre­fa­cio de un li­bro re­co­pi­la­to­rio de re­la­tos de Franz Kaf­ka, en In­ter­net se ha me­dio vi­ra­li­za­do atri­bu­yén­do­se­lo al au­tor checo.

EL VIAJE DEL HÉROE y LOS ARQUETIPOS APLICADOS A LA NARRATIVA — 1ª parte

Ho­la, soy Hidalga Ere­nas y, es­ta es la pri­me­ra par­te de un ar­tícu­lo en el que ha­blo so­bre los ar­que­ti­pos y el via­je del héroe.

¿Ya has leí­do es­ta par­te y quie­res leer la se­gun­da? ¡La tie­nes aquí!

Al­go de lo que se ha­bla mu­cho en na­rra­ti­va, pe­ro que no to­do el mun­do conoce.

O, al me­nos, en pro­fun­di­dad.

Y ello ha con­lle­va­do con­fu­sio­nes, so­bre to­do, re­la­cio­nan­do los ar­que­ti­pos y el via­je del hé­roe a cli­chés o fór­mu­las prefabricadas.

Gilgamesh Estatua Museo del Louvre

Gil­ga­mesh, pro­ta­go­nis­ta de la pri­me­ra epo­pe­ya de la que se tie­ne cons­tan­cia. Jo­seph Camp­bell es­tu­dió es­te y otros mi­tos en su tra­ba­jo so­bre los ar­que­ti­pos y el via­je del hé­roe.

Por eso, mi idea prin­ci­pal con es­ta en­tra­da es ex­pli­car có­mo fun­cio­nan y có­mo po­de­mos usar­los en nues­tras historias.

IM­POR­TAN­TE: Es­te ar­tícu­lo no es un lis­ta­do de ar­que­ti­pos o de los di­fe­ren­tes es­ta­dios del viaje.

To­da esa in­for­ma­ción la po­déis en­con­trar en li­bros (ver el si­guien­te apar­ta­do).

Tam­bién, pa­ra con­sul­tas rá­pi­das, hay webs que dis­po­nen de bue­nos re­cur­sos (co­mo Ro­ló­so­fo, una web que tra­ta te­mas co­mo los ar­que­ti­pos y otras he­rra­mien­tas pa­ra jue­gos de rol, que no de­ja de ser na­rra­ti­va, so­lo que in­ter­ac­ti­va y no lineal).

Y, por su­pues­to, po­déis en­con­trar al­gu­nos ar­que­ti­pos y el via­je del hé­roe con sus pa­sa­jes, to­do bas­tan­te bien ex­pli­ca­do, en Wi­ki­pe­dia.

An­tes de en­trar en ma­te­ria, qui­sie­ra apun­tar que los ar­que­ti­pos y el via­je del hé­roe pue­den ayu­dar­nos a de­sa­rro­llar y/o ana­li­zar cual­quier his­to­ria, sea del gé­ne­ro que sea y en cual­quier for­ma­to (ci­ne, no­ve­la, có­mic, vi­deo­jue­gos, rol, etc.), y no so­la­men­te ta­qui­lla­zos holly­woo­dien­ses o epo­pe­yas de fan­ta­sía épi­ca re­ple­tas de el­fos y orcos.

Es­te es uno de los pun­tos que mu­cha gen­te, tan­to de­fen­so­res co­mo de­trac­to­res, no ha comprendido.

Pe­ro no es el único.

¿QUÉ SIGNIFICA ENTRAR EN HILL HOUSE?

¿Por qué vi La mal­di­ción de Hill Hou­se si a mí so­lo me dan mie­do tres cosas?

  1. - El he­cho de que mi ve­cino, ese que po­ne la mú­si­ca al­ta y de­ja la ba­su­ra en el re­llano du­ran­te días, pue­da votar.
  2. - Los je­fes que di­cen «Aquí no hay jerarquías».
  3. - Ir al médico.
Doctor Nick Riviera

True story!

Un ejem­plo del pun­to tres:

Cklo: –Doc­tor, me due­le aquí.

Mé­di­co: –Bueno… eeh… ten­go en es­te ca­jón unas me­di­ci­nas de mues­tra que lo mis­mo funcionan…

¡Es por co­sas así que las his­to­rias de mie­do me de­jan in­di­fe­ren­te!

Un día de furia (Falling Down) de Joel Schumacher (1993)

Un día de fu­ria (Fa­lling Down) de Joel Schu­ma­cher (1993)

Y, a la vez, es por es­te mis­mo mo­ti­vo que las con­su­mo…

¡Por­que ten­go que sa­car es­trés por al­gún sitio!

¡Si no, aca­ba­ré pro­ta­go­ni­zan­do Un día de fu­ria 2!

No me cua­dró el fi­nal de Un día de fu­ria, pe­ro to­do lo de­más, es mi vi­da tal y co­mo pa­sa en mi cabeza.

Aaaand por eso vi La mal­di­ción de Hill Hou­se.

Por eso, ¡y por­que la no­ve­la ori­gi­nal es de la GRAN Shir­ley Jack­son!

Shirley Jackson

Shir­ley Jackson.

¿Que quién es Shir­ley Jackson?

Pues una es­cri­to­ra de te­rror pio­ne­ra que in­flu­yó, en­tre otros, al fa­mo­so Stephen King: cos­tum­bris­mo, pue­ble­ri­nos y mal ro­lli­to psicológico. 

A ver, una co­sa sí hay que te­ner en cuen­ta: la tra­ma de la se­rie no tie­ne na­da, o ca­si na­da, que ver con la del li­bro. Pe­ro, en mi opi­nión, Fla­na­gan –crea­dor de la se­rie– de­ja in­tac­ta la sim­bo­lo­gía de la obra de la Jackson.

La maldición de Hill House (The Haunting of Hill House), serie creada por Flanagan en 2018 para Netflix.

La mal­di­ción de Hill Hou­se (The Haun­ting of Hill Hou­se), se­rie crea­da por Mi­ke Fla­na­gan en 2018 pa­ra Netflix.

Y ¿cuál es la sim­bo­lo­gía de La mal­di­ción de Hill Hou­se?

¿De qué nos habla?

Ve­nid con la ti­ta Cklo, que os cuen­to…

EL JOVENCITO FRANKENSTEIN (1974)

«Ten­ga, ayú­de­se» ¿Quién no re­cuer­da es­te gag? El jo­ven­ci­to Fran­kens­tein (Young Fran­kens­tein, 1974)

LA FANTASÍA COMO ESTRATEGIA DE VIDA

«Tú tie­nes que de­di­car­te a al­go que la gen­te ne­ce­si­te», me di­je­ron una vez. O «que el mun­do ne­ce­si­te», no re­cuer­do bien.

Wha­te­ver.

El ca­so es que esa per­so­na no me lo di­jo de ma­la fe, creo. Pe­ro el men­sa­je me de­jó he­la­da: la fan­ta­sía NO es necesaria.

TERRY PRATCHETT

TERRY PRATCHETT - EL COLOR DE LA MAGIA

–¿Qué es lo que más le gus­ta a los héroes?
–¿El oro?
–No. Quie­ro de­cir de verdad.
(…)
–Lo que más le gus­ta a los hé­roes son ellos mismos.

El co­lor de la ma­gia [The Co­lour of Magic]
(1983)

Terry Prat­chett

¡Ah!, Terry Prat­chett, el maes­tro de la fan­ta­sía, el hu­mor y la fi­na crí­ti­ca social.

He­mos es­co­gi­do es­te diá­lo­go, ex­traí­do de El co­lor de la ma­gia, por­que es un tex­to genial.

LA SUPRAIDEA

Ho­la, soy Hi­dal­ga Ere­nas y, en es­te ar­tícu­lo, ha­bla­ré so­bre al­go que es­tá en las his­to­rias, pe­ro que no se ve a sim­ple vista.

Al­go que tam­bién es­tá en nues­tras his­to­rias, sí, aun­que no pen­se­mos en ello.

Y que es con­ve­nien­te co­no­cer­lo pa­ra do­mi­nar­lo mejor.

Me es­toy re­fi­rien­do a la su­pra­idea, tam­bién co­no­ci­da (en­tre otras for­mas) co­mo ar­gu­men­to moral:

ROBERT ERVIN HOWARD

ROBERT ERVIN HOWARD 001

Pue­de so­nar ex­tra­ño vin­cu­lar el tér­mino «rea­lis­mo» a Co­nan; pe­ro, de he­cho (de­jan­do de la­do sus aven­tu­ras so­bre­na­tu­ra­les), es el per­so­na­je más rea­lis­ta que he de­sa­rro­lla­do. Es la com­bi­na­ción de un nú­me­ro de hom­bres que he co­no­ci­do (…) {par­te elu­di­da: y creo que por eso mi cons­cien­cia ma­du­ró cuan­do es­cri­bí el pri­mer cuen­to de la se­rie. Al­gún me­ca­nis­mo en mi in­cons­cien­te co­gió los ras­gos ca­rac­te­rís­ti­cos de va­rios} bo­xea­do­res, pis­to­le­ros, con­tra­ban­dis­tas, ma­to­nes de los cam­pos de pe­tró­leo, ju­ga­do­res y tra­ba­ja­do­res ho­nes­tos con los que he es­ta­do en con­tac­to, y com­bi­nán­do­los, pro­du­je la amal­ga­ma que yo lla­mo Co­nan el Cimmerio.

Ro­bert Er­vin Howard
en una car­ta en­via­da a Clark Ash­ton Smith
(23 de ju­lio de 1935)

Es­te ex­trac­to, de una car­ta en­via­da a Clark Ash­ton Smith, es so­lo una pe­que­ña mues­tra de có­mo Ro­bert Er­vin Ho­ward tra­ba­jó y for­jó su per­so­na­je más em­ble­má­ti­co: Co­nan el Bár­ba­ro.

CUIDANDO LA PROSA MIENTRAS ESCRIBES

CUIDANDO LA PROSA MIENTRAS ESCRIBES

Ho­la, soy Hi­dal­ga Ere­nas y os trai­go es­te bre­ve con­se­jo na­rra­ti­vo, el pri­me­ro de unos cuan­tos que va­mos a ir publicando.

CUI­DAN­DO LA PRO­SA MIEN­TRAS ESCRIBES

Cuan­do te de­di­cas a la na­rra­ti­va, cui­dar la or­to­gra­fía, la gra­má­ti­ca, la sin­ta­xis, etc. es muy importante.

Pe­ro hay que de­jar­lo pa­ra lo último.

Pri­me­ro hay que es­cri­bir sin preo­cu­par­se de na­da, sal­vo de la his­to­ria que quie­res contar.

Ya ha­brá tiem­po pa­ra co­rre­gir y re­vi­sar la prosa.

Hay que de­cir que pue­de pa­re­cer pa­ra­dó­ji­co que es­te con­se­jo, so­bre des­preo­cu­par­se por la pro­sa mien­tras se es­cri­be, lo dé yo.

¿Por qué?

MICHAEL MOORCOCK

MICHAEL MOORCOCK - AFORISMO

Me veo a mí mis­mo co­mo un mal es­cri­tor con gran­des ideas, pe­ro lo pre­fie­ro a ser un gran es­cri­tor con ma­las ideas.

Mi­chael Moorcock

Des­de lue­go, Mi­chael Moor­cock no se­ría un es­cri­tor muy no­ta­ble si no fue­ra por­que en su ha­ber tie­ne la crea­ción de va­rios uni­ver­sos y per­so­na­jes emblemáticos.

Ha cul­ti­va­do, de for­ma pro­lí­fi­ca, la es­pa­da y bru­je­ría, la fan­ta­sía clá­si­ca, la cien­cia fic­ción blan­da e in­clu­so ese cru­ce co­no­ci­do co­mo sci-fan­tasy (tra­du­ci­do al es­pa­ñol co­mo cien­cia fic­ción fan­tás­ti­ca o cien­cia fan­tás­ti­ca o, de for­ma me­jor adap­ta­da, fan­ta­cien­cia, un tér­mino caí­do en desuso –en par­te por su am­bi­güe­dad– pe­ro que si­gue sir­vien­do pa­ra de­fi­nir mu­cha de esa su­pues­ta cien­cia fic­ción que tie­ne más de fan­ta­sía que de ciencia).

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